Jean
Tinguely

Lucrecia Martel logra construir en sus películas espacios, recorridos y nuevos escenarios mediante el sonido. En el caso de este fragmento de -La ciénaga (2001)- la relación del sonido con el espacio es de suma relevancia y también la situación de los personajes en una atmosfera densa y húmeda.

Podemos decir que Martel utiliza el sonido como un “elemento poético intrínseco que surge a partir de una lectura visual” en palabras de Haro. Con el noroeste argentino de fondo y a la orilla de la pileta, en todas las escenas los sonidos marcan un tono agobiante y espeso como las historias que atraviesan los personajes. La amenaza de la lluvia es constante y a los personajes parece no importarles.

Los sonidos en estas escenas inundan cada imagen; truenos, insectos, pájaros y disparos. Mientras que algunas escenas son en el interior de la casa, los sonidos continúan sin una división sino que al ser de manera continua crea una dimensión espacial a lo largo de todas las imágenes. En su mayoría las imagenes y los sonidos son diageticos, exceptuando las escenas donde oímos los disparos.

Martel toma el perfil sonoro del noroeste argentino y lo explora al máximo siendo un personaje más de la película.
-La
cienaga-
Jorge Haro en el apartado de su texto “El sonido y su relación con la escultura” argumenta que la escultura siempre tuvo una condición general y era ser muda. Pero distingue:

“A partir del proceso de hibridación en las artes las esculturas también pueden sonar. En la segunda mitad del siglo pasado muchos artistas decidieron incorporar el sonido a sus esculturas a partir de la vibración audible de elementos de su estructura o por medio de dispositivos externos…”

En el caso de las piezas expuestas de Tinguely, estas forman parte de las obras que debido a un determinado mecanismo funcionan y sus movimientos producen sonidos.

Ruedas, engranajes, chapas, restos de elementos metálicos, fierros, cadenas y otros elementos que componen las obras, son los mismos que organizados y con una cierta composición, cobran vida y crean una orquesta de sonidos que la superposición de las mismas genera.

Integrando los elementos visuales de las piezas, las sombras producidas y los sonidos, Tinguely crea obras fusionando los lenguajes del arte en nuevos modos de expresión.
Estas piezas llamadas “Sound Canvas” del año 2002 del artista Argentino Juan Sorrentino tratan de una instalación formada por lienzos donde contienen un altavoz en el centro de los mismos en los cuales se reproducen un pieza sonora.

Las obras invitan a los espectadores a acercarse a las obras y los introduce a escuchar el audio que reproducen. Los audios mediante un narrador anónimo reproducen y describen pinturas sin descifrar el autor o el título.

Pensando en los conceptos de Haro y en el apartado de “La obra intermedia”, las obras de Sorrentino marcan una disolución entre lo pictórico, visual, textual y ahora sonoro. Los lienzos, los altavoces, y los audios descriptivos, podrían funcionar como elementos separados, sin embargo cuando estos se fusionan crean una nueva estadía de la obra.
Las obras pasan no solo a ser contempladas sino que requiere de un espectador activo, generando obras plurisensoriales donde los lenguajes confluyen.

Lo representable visualmente Sorrentino decide transformarlo y traducirlo a otro lenguaje jugando con los sentidos y atrayéndonos a nuevas instancias.
Juan
Sorrentino